Sin síndrome

Os dejo con mi artículo de este mes de septiembre en VallecasVa. Una página especial… ¿Por qué? Como podéis ver, al lado de mi síndrome hay un poema, un poema de Concha Morales… Pues qué os voy a decir, que la edición de septiembre de VallecasVa me la guardo para siempre… 


Sin síndrome

No sé. Llevo más de dos semanas…, y nada. El primer día me subí al tren en El Pozo y ni siquiera se me cerraron los ojos en el trayecto. Luego, cuando llegué allí, encendí el ordenador, recordé perfectamente la contraseña, saludé, besos, apretones de manos, cómo fue todo, qué moreno estás, aquí como siempre, mucho trabajo…, y nada. Que no, que no llegaba. Ayer probé a imaginarme, según arrancaba el tren en Atocha, que el Gobierno anulaba para los cuatro próximos años las vacaciones; así, por decreto... Y nada. Eso sí, solo de pensar en el Gobierno actual me entró un enorme desasosiego.
Sigo esperando, aunque cada día que pasa estoy menos inquieto por su posible aparición. Y creo que ya tengo alguna pista de lo que me sucede. Todo comenzó el 24 de mayo pasado, seguro, si no a qué se va a deber este estado de irresponsable felicidad en el que me encuentro sumido y que no permite que la “depre” se adueñe de mí. Lo dicen los especialistas: Lo habitual es padecer a la vuelta de vacaciones un cuadro de debilidad generalizada y astenia. ¡Y yo no noto nada! Al contrario, si es que aquel primer día, el primero, hace un par se semanas, cuando caminaba por ese pasillo interminable que conduce todos los días laborables de mi vida (y desde hace ya un tiempo) hacia el despacho, flotaba, como si no fuesen las ocho de la mañana de un lunes… y qué lunes… Manuela tiene la culpa, seguro. Y en Vallecas, Paco: El Ayuntamiento de Madrid se hará cargo del coste de los viajes en la línea lanzadera de la EMT H1, que los vecinos de los distritos de Puente de Vallecas y de Villa de Vallecas utilizan para trasladarse hasta el Hospital Infanta Leonor. No me digáis que no es para estar irresponsablemente feliz. Sí, sí, aunque sea con la mano muy al tanto de la palanca del freno de mano… Lo de la limpieza es otra cosa, aunque al menos han desaparecido esas hojas que ocultaban el empedrado y las losetas de la calle y que nos hacían creer que el otoño pretendía achicharrarse con nosotros en este verano tan caluroso. Nos queda mucho por hacer y mucho por educar. Ayer por la tarde me di una vuelta por el barrio y comprobé que aunque los profesionales de la limpieza se esmeren, si no les ayudamos nosotros poco podrán hacer; a veces pienso que las papeleras son invisibles para algunos de mis vecinos… 
Será difícil, pero estoy convencido de que, cuando se pueda revertir la venta de Madrid a los amigos de los alcaldes que creían que esta ciudad era su empresa (después de que Tierno consiguiera hacer de Madrid algo de lo que enorgullecernos), devolveremos al municipio tanto la limpieza como la cultura, como el deporte, como la vida en común que siempre tiene que estar organizada por los ciudadanos, no por los políticos corruptos. Me toca. Nos toca. Porque nosotros tenemos mucho que ver con lo que ha sucedido en estos años, por quedarnos con los brazos cruzados y mirar las obras tras la valla, como si nos hubiésemos jubilado de la sociedad. Ahora tendremos que traspasar esa valla y situarnos a pie de obra para levantar nuestro futuro con ladrillos como con los que el colectivo Todo por la Praxis y la A. V. Palomeras Bajas construyeron la emblemática escultura que nos recuerda que “El barrio es nuestro”, y que une nuestros barrios de Madrid Sur y Palomeras Bajas. Una frase que nos enseña el camino. Ahora Vallecas nos necesita más que nunca. Y Madrid. Dejemos ese síndrome tan nombrado en estas fechas a un lado, y pongámonos a trabajar con el vecindario.
Hace mucho tiempo, una denostada, quizá en exceso, Transición, también me retiro el síndrome. Luego volvió, acrecentándose año a año. En esta ocasión no voy a permitir a unos síntomas recurrentes e inoportunos que me amarguen la vuelta de las vacaciones del año que viene. No.

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