Crónica (feliz) y microcuentos ganadores del I Certamen de microcuentos Vallecas Calle del Libro


Voy a comenzar la mínima crónica del acto de ayer con un fragmento del agradecimiento que nos envió por correo electrónico el ganador de la modalidad resto de España de nuestro certamen, Juan Andrés:

Hemos venido a este mundo para ser inmensamente felices. Nos lo merecemos y se lo debemos a los demás. Sólo aquellos que son felices pueden, en última instancia, hacer felices a otros. El compungido nunca ayudó al necesitado, y el desolado jamás defendió al desnutrido. No podemos llevar la luz al mundo si en nuestro interior sólo hay oscuridad.

Dicho y hecho. Los que nos reunimos en la librería Muga la tarde del 29 de mayo de 2014, cumplimos fielmente con el espíritu de estas frases. Y todo ello tirado por el motor que aún puede mantener vivo a este agotado mundo en el que vivimos: Cultura. Sí, con mayúsculas y cimentada en las letras, unas letras que nuestros dos ganadores y cuatro finalistas nos regalaron a lo largo de algo más de una hora. También tuvimos el honor de contar con la presencia y la voz de Antonio Albarrán (como presidente de Vallecas Todo Cultura), del escritor y componente del jurado Manuel Rico (en representación de Bartleby Editores), de Pablo (jurado y Librero -también con mayúsculas- de Muga) y de nuestra admirada poeta, escritora y periodista Elvira Daudet. Y, aunque habló poquito (pero hizo unas magníficas fotos y entregó uno de los premios con maestría de hermana), Concha Morales, poeta del grupo Poekas y miembro del jurado. Nuestro público completó ese prolongado instante de luz que ayer iluminó Vallecas. Echamos en falta al escritor Cástor Bóveda (también componente del jurado) y a José Molina, pilares de Vallecas Toco Cultura, pero desafortunadamente no pudieron estar con nosotros. Por último, no quiero olvidarme de los 147 restantes microcuentos, y sus autores, que han hecho posible todo esto. Gracias a todos, muchas gracias. Y, advertimos, solo acabamos de empezar.


Os dejo con los microcuentos ganadores (sí, porque todos fueron ganadores).

Ganador resto de España

LOS MAESTROS INDESEABLES 
(Autor: Juan Andrés Moya Montañez)

Manuela creía que el verbo amar lo conjugaban siempre dos. Pero un día el dorso de una mano le escribió en la mejilla nuevos verbos que practicar. Aprendió que no hay tinta más imborrable que la sangre, y en la boca de las vecinas del barrio vio que enfermaba el adjetivo “afortunada”. En el pretérito se le quedaron los sueños y no se atrevió a recitar el futuro con un presente tan incierto. Deseó que las arrugas le fueran treguas contra el que las nutría, pero entendió que sólo los elípticos se cansan de ser sujetos. Presintiéndose una lengua muerta, y cansada de ser prosa humillada, quiso volverse poema libre, y abriendo la ventana se lanzó sin pensar al condicional. No hubo más tal vez, ni más seguro, ni más quizá. 

Manuela creía que el verbo amar lo conjugaban dos, pero descubrió que algunos verbos se conjugan siempre en solitario. 

Ganador Madrid

EL COLUMPIO
(Autora: Freya García)

Arriba, abajo. Laura vive en un columpio, planea sobre el barrio sin tocar el mundo. Una firme rama de centenario roble sujeta las cuerdas que mantienen su vida. Arriba, abajo.  La brisa le lleva las noticias, risas y lamentos. Arriba, abajo. Los llantos se multiplican y son cada día más intensos, algunos incluso se tornan grito. Arriba, abajo.  Un leve olor a humo. Arriba, abajo. Trazas de hollín. Arriba, abajo.  No sabe si buscar agua y ayudar en la extinción del fuego. Arriba, abajo. Quizá Laura espere a que el incendio devore su árbol para saltar. Arriba, abajo.


2º puesto Madrid

EL PAÑUELO
(Autora: Mª Teresa Fernández García)


Vuelvo a abrir el cuaderno ocre de mi infancia.

En las paredes  encaladas de mi barrio, enjaulados, todos los pájaros cantaban  a la vez, como la España de entonces, para no escuchar su propia voz. Subido a una banqueta me dejaban ponerles lechuga; madre lamentaba en voz alta: “verde y amarga, la esperanza de don  Amós secándose  entre barrotes”.

La calle embarrada se dejó acuchillar con la punta de un palo romo.
Dos líneas. Dos bandos, uno frente al otro, enumerados e impacientes a la espera de un número.
El... ¡Tres!, el… ¡Ocho!, el… ¡Dos!
Paquito corrió hacia el pañuelo, agarrándolo fuerte bajó la calle tan rápido como una exhalación. No paraba de correr y el pañuelo blanco aleteaba en su brazo como una paloma. Ninguno pudimos alcanzarle; la figura de mi compañero se desvaneció en el horizonte con el brazo en alto. El hijo pequeño de Amós Acero quería alcanzar la tapia del cementerio de la Almudena con su bandera blanca de batalla colegial.

Solo una fecha, 16 de mayo de 1941, letra cursiva, margen izquierdo, la página en blanco.

Los ojos de mi  maestro, abiertos como canicas, cubiertos de tierra.
Paquito no llegó a tiempo.

Finalista Madrid

EL DISCURSO DEL CANDIDATO
 Autor: Juan Calderón Matador


   “La sombra de los árboles nace en las profundidades de los cajones, repta suelo adelante para trepar después por la pared, donde las perras lamen las úlceras del viento.
   La bella prende el arrebol en sus mejillas, ese rumor de escamas, que picotean las aves multiformes en el palmeral de los difuntos.
   La lengua es una alfombra por la que se pasea la lluvia con enaguas de melocotón y patas largas, como garzas desvaídas en las calles del barrio.
   La luz prístina del alba es el hilo que va hilvanando las plazas del país, desde donde nos llega el olor, incomparable, de los higaditos de pollo encebollados de la recuperación.
   Los leones azules predicen un futuro brillante con el único ojo que les da visión, el de cristal cansado, mientras el rastro de la arboleda regresa con parsimonia a la matriz que le dio la vida.
   Por todo ello deben darme su voto, depositar en mí su confianza ciega. Este es mi programa; yo soy su hombre.”

   ¿Quién podía resistirse a una oratoria así? El candidato, naturalmente, ganó las elecciones, aunque nadie supiese a ciencia cierta qué fue lo que les dijo en el discurso. 

Finalista Madrid

ALLÍ ESTABA YO

(Autor: Raúl Clavero Vázquez)

Allí estaba yo, junto al mostrador, cogido de la mano de mi madre, envuelto en olor a tomillo y a judías verdes. Allí estaba, también en la esquina, regalándole una bolsa de toffees a mi primera novia. Y en la banqueta de la entrada, anudándole la zapatilla a Matías. Y en los escalones, resguardándome de la lluvia junto a mis nietos.

Allí estaba yo, frente a la puerta de aquella vieja tienda del Barrio del Oeste, despidiéndome en silencio de todos mis recuerdos, releyendo una y otra vez el cartel en el que aparecían, como una sentencia, sólo tres palabras: cese de negocio.

Finalista Madrid

VIENTO A FAVOR
(Autora: Mari Cruz Martín Redondo)

Trampear era una forma de vida allí, la que se tiene cuando solo puedes pensar con el estómago y las utopías han emigrado a otro barrio del centro. Afortunadamente, la primavera daba otro color a sus tardes oscuras que arrastraban del invierno y Rebeca estaba dispuesta a aprovecharlo. Hicieron falta ciento treinta y siete litros de pintura,catorce brochas y mil doscientos cincuenta y cuatro minutos para pintar la pared que los separaba. Había quedado precioso, un globo que admitía pasajeras con carritos, muletas,compras, bicicletas, sueños y mochilas para viajar sin problemas. Con más frecuencia que el autobús y más barato que el metro. Ahora sólo faltaba que el viento soplara a su favor.


¡Gracias, y hasta el año que viene!






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